Puedo sentirte, sé que estás conmigo.
Daría todo aquello que puedas imaginar por que leyeras esto y se te dibujara esa sonrisa que tanto me gusta en la cara. Sigo sin poder perdonarte por haberte marchado tan pronto, pero me reconforta que me sigas, vaya donde vaya. Me hace feliz que poses tu mano en mi hombro y me guíes delicadamente por el camino correcto, aquel que tú hubieras escogido.
En muchas ocasiones he girado mi cabeza con ilusión, esperando encontrarte detrás de mí, al escuchar un aleteo que me roza la nuca. No quiero que pienses que no puedo verte, me encanta contemplarte cuando me visitas en el momento que menos me espero. No hace falte que yo diga nada, tienes esa capacidad para saber cuando te necesito. Tienes esa capacidad de sacarle una sonrisa a aquellos que ya no lo queda ninguna que dar. Gracias por cambiarme la vida, gracias por todo.
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